Algunas entradas atrás les hablaba de los tres objetivos de El Yunque: los primeros (el interés de la sociedad secreta), los segundos (lo que dicen defender sus asociaciones) y los terceros (instaurar lo que ellos consideran que es el reinado de Cristo en la Tierra).
En el post también les contaba la relación de necesidad entre ellas.
Los objetivos segundos, por simplificar, los ‘buenos’, aquellos que proclaman a los cuatro vientos, para ellos serían los menos importantes, de no ser porque sustentan los otros dos.
Para ‘aterrizar’ esta idea, un tanto abstracta, les propongo un ejemplo. En un país como España en el que los católicos, como los fieles del resto de religiones podemos practicar nuestra fe con bastante normalidad. Aquí siempre hay cuatro energúmenos y algún mandamás que rompen la regla. No hay argumentos que justifiquen la existencia de sociedades secretas defensoras de la fe.
Por ello, El Yunque, que por medio de sus asociaciones ‘pantalla’ se alegra cada vez que encuentra a alguno de los energúmenos o dirigentes atacan a la Iglesia.
Se alegran y le dan la mayor difusión posible. A ser posible, magnificando el problema y creando tensión y crispación para que el laicista en cuestión tome medidas lo más radicales posible. Así logran crear una falsa conciencia de persecución generalizada, cuando ésta realmente es aislada.
No les importa el bien de la Iglesia porque en esta supuesta defensa emplean medios no sólo impropios de un cristiano, sino de cualquier persona civilizada. Como actúan, supuestamente en nombre de la Iglesia y, dicen contar con el apoyo de los obispos, ¿a quién culpan de los encierros, sentadas, amenazas, etc.? Pues sí, a la Iglesia.
A las críticas destructivas que se canalizan contra la Iglesia debido a las acciones de El Yunque (que insisto: no depende ni es parte de la Iglesia) se suma el recorte de libertades a los cristianos en los entornos en los que se han producido los conflictos. Logran crear un nivel de crispación que impide un diálogo fructífero.
Entonces ¿qué razón hay para apoyarles?
Parece absurdo que miembros de la Iglesia, incluso algunos sacerdotes colaboren con ellos. Sin embargo, hay una explicación muy simple. En unos casos es por simple desconocimiento. Solamente han oído las maravillas que ellos dicen de sí mismos y las han creído (hay que admitir que son muy convincentes).
A ello se suma que se presentan como una ayuda fácil, a la que muchas veces no hay que llamar para que se preste. Sin embargo, es una ayuda envenenada. Un parásito que se alimenta de la Iglesia y debilita su imagen, poniendo en bandeja al laicismo más radical criticarla, inculcando antivalores y separando a jóvenes de la Iglesia, introduciéndolos, poco a poco, en una secta.
Gracias a Dios, y no es una frase hecha, pues hay cosas que escapan a las fuerzas humanas, en la Iglesia cada vez existe una conciencia mayor del peligro que supone esta sociedad secreta que, disfrazada de católica, es una especie de masonería.
Gracias a Dios, cada vez se le paran los pies en más diócesis, parroquias, capillas, movimientos y grupos.
Entre unos y ceros. Apasionado de la comunicación, el marketing digital y la programación; de la montaña y el ciclismo -si van de la mano, mejor-. Cubrí el último Cónclave.