Siempre que se recurre a la mentira –más si es de manera sofisticada–, se corre el peligro de dividir.
Se preguntará usted ¿dividir a quién? La respuesta es simple. Dividir a los pro vida en general y los católicos en particular. Es decir, a las principales víctimas de sus engaños.
Quien se vincula a El Yunque por medio de un juramento –declaró Mons. José Rico Pavés, obispo auxiliar de Getafe (España) a Aleteia– “tarde o temprano tendrá que recurrir al engaño para mantener en secreto la pertenencia a la asociación [y ello genera] inevitablemente sospechas y desconfianzas. Cuando se quiebra la confianza nace la división.”
Pero la división sembrada por El Yunque va más allá de la sembrada por la desconfianza. Este círculo de engaños les ha llevado a crear asociaciones con aspecto cristiano –siempre aconfesionales, para evitar que la Iglesia tenga autoridad sobre ellas–. Estas agrupaciones, generalmente están constituidas de manera legal, pero sus fundadores actúan siguiendo los dictados de El Yunque.
El disimulo, al menos al principio, es tal que mucha gente de bien se acerca a ellas para defender unos valores con los que se identifica. Muchos fieles católicos, un buen número de sacerdotes e incluso algún obispo, ante lo que aparenta ser bueno, se han acercado en uno u otro momento.
Así, con la recta intención de apoyar causas tan nobles como la defensa de la vida, la familia o la libertad de conciencia han apoyado algo que creían conocer. Únicamente les habían mostrado la punta del iceberg.
Sin embargo, esos apoyos al proyecto hecho público quedarán registrados para las ocasiones en que El Yunque se vea atacado.
Cuando se critica a El Yunque con argumentos sólidos, la respuesta es casi siempre la misma: desvían las denuncias a sus plataformas y se defienden con fotos de obispos.
Pero ¿qué demuestran dichas imágenes?
Esas fotografías demuestran que apoyan el proyecto que se les ha presentado, nada más. Ya que ese proyecto no se corresponde con la realidad. Es lamentable que los fines que han dicho perseguir no sean los únicos –ni los más importantes– y que se hayan ocultado los medios inmorales para realizarlos.
Con ello solo consigue confundir a quienes buscan la verdad, prolongar una mentira y dividir a quienes se les presenta una aparente contradicción entre unos obispos y otros.
Entre unos y ceros. Apasionado de la comunicación, el marketing digital y la programación; de la montaña y el ciclismo -si van de la mano, mejor-. Cubrí el último Cónclave.