El Yunque, por medio de sus asociaciones pantalla, acapara la atención mediática. Así logra reunir las miradas sobre ellos. De esta manera, da la sensación de que son las únicas asociaciones activas en la defensa de diversos valores.
Un análisis muy superficial podría hacer pensar que esta acaparación mediática es positiva. No cabe duda de que es bueno que existan asociaciones activas que defiendan los valores que la sociedad va perdiendo. Profundizando un poco más, enseguida encontramos dos grandes inconvenientes:
La primera consecuencia ya ha sido desarrollada ampliamente en artículos anteriores. En esta ocasión, por tanto, nos centraremos en la segunda.
El Yunque no permite que personas ajenas a esta sociedad secreta accedan a puestos de decisión en sus asociaciones y además, desplaza a las que les estorban. Cuando estratégicamente les interesa, se encargan de que no sean ellos quienes decidan.
Cuando se trata de agrupaciones de organizaciones de diversa procedencia, se encargan de liderarlas o de que quien las lidere siga fielmente sus indicaciones. Así, en poco tiempo logran que sus tapaderas destaquen por encima de las demás. El resto quedan relegadas a posiciones secundarias.
Las asociaciones independientes tampoco quedan libres. Tratan de absorberlas: bien mediante la infiltración, primero de las bases y después de la directiva; bien ofreciendo recursos que terminan por hacer las dependientes y en última instancia, un satélite de la primera.
En ocasiones, les basta con controlar su comunicación: de forma sutil intentan conseguir los puestos de director de comunicación o de community manager (gestión de las RRSS) desde donde se dedican a buscar y promocionar sus propios intereses.
Se podría pensar que no estamos ante un problema, sino ante una decisión libre de ciertas asociaciones. Por desgracia no es así.
También, podría parecer que, dado que se comparten objetivos, es lógica una colaboración, pero la realidad es algo más retorcida.
Los recursos facilitados, por lo general, son espacios y materiales informativos. Los espacios, suelen ser la sede de alguna la asociación de El Yunque y los recursos llevan la publicidad de sus tapaderas.
De este modo, El Yunque sustituye la identidad e imagen de pequeños grupos por el suyo. A cambio recibe voluntarios y el respaldo de las personas de renombre que pudieran formar la asociación cuya imagen anulan.
El caso más claro probablemente sea el de la infiltración. Lo que parecían ser personas con un aparente deseo altruista de colaboración que van adquiriendo responsabilidades, resulta un plan definido y oculto para absorber la asociación.
Se trata de la infiltración de asociaciones, con el fin de que sus objetivos pasen a ser los de El Yunque. Cuando llegan a este punto, tratan de replicar el esquema anterior.
Llegados a este punto es lógico preguntarse cuál es el problema. Si no se trata de competir, sino de colaborar, ¿por qué es malo que estas asociaciones tengan tanto peso?
La respuesta es simple: Los objetivos reales de las asociaciones de El Yunque no coinciden con los de las asociaciones que absorben.
Como última defensa, cabría alegar que en ningún caso se impone esta absorción. El problema no es tan simple.
En el caso de la infiltración, al hacerse en secreto y sin lealtad, queda anulada la libertad de decisión. En el resto de situaciones, si la asociación no acepta es acusada de buscar poder y sembrar división.
La acaparación mediática de las tapaderas de El Yunque hace que parezca que la única forma de lograr determinados objetivos es uniéndose a ellos, cuando en realidad, de esta manera, se está cada vez más lejos de alcanzarlos.
Texto revisado por Francisco de Asís.
Entre unos y ceros. Apasionado de la comunicación, el marketing digital y la programación; de la montaña y el ciclismo -si van de la mano, mejor-. Cubrí el último Cónclave.