Luis Fernando Pérez Bustamante, Redactor Jefe de InfoCatólica -y hasta hace poco su Director- ha publicado un artículo en dicho porta titulado: «El Yunque debería desaparecer o regularizarse cuanto antes».
La importancia de esta publicación radica en que uno de los portales de información religiosa de referencia reconoce públicamente la existencia de El Yunque.
En el artículo, Luis Fernando afirma que “el secretismo de esa organización [El Yunque] provoca un efecto perverso” en las asociaciones cívicas. ¿Por qué? El periodista desarrolla el argumento esgrimido por Mons. Munilla -quien no mencionaba el nombre- en el mismo medio dos años antes: La presencia de miembros de organizaciones secretas (o reservadas) siembra “desconfianza y de desmembración de muchos movimientos cívicos conformados mayoritariamente por católicos.”
Como afirma el artículo, aunque su secretismo tal vez podría haber llegado a estar justificado en alguna circunstancia excepcional, “en el seno de la Iglesia Católica, a día de hoy, no caben asociaciones secretas”.
El autor ofrece dos opciones a modo de solución: la desaparición o la regularización, pasando ambas por el abandono de la clandestinidad.
La primera sugerencia y que da título a esta entrada es clara y no le dedicaremos por ahora más atención. La segunda resulta más compleja.
Hace no muchos años -cuando la Iglesia en España se topó con la existencia de El Yunque- le pidió -entre otras cosas- que abandonase la clandestinidad. ¿Lo hicieron? En la práctica no, pero formalmente sí.
Su pseudo salida de la clandestinidad consistió en fundar una asociación pública. De esta manera cumplían la literalidad de la petición: constituirse de manera pública; pero no su sentido: abandonar la clandestinidad.
Ciertamente habían constituido una asociación con nombre, sede y junta directiva conocidas, pero ésta en nada sustituyó a la organización secreta, pues no ha tenido actividad alguna tras su fundación.
Dice la sabiduría popular que si una persona te engaña una vez, la culpa es suya, si lo hace dos veces, es tuya. Aunque se deba perdonar, acoger y dar nuevas oportunidades, esto ha de hacerse con prudencia, dando oportunidades cuando se requieren, pero poniendo los medios para que sean provechosas para el bien o -al menos- no contribuyan al mal.
Por su naturaleza, El Yunque no puede existir fuera de la clandestinidad, pues es pilar esencial sobre el que se apoya toda su mentalidad. La solución, como decía un buen sacerdote, pasa por que las personas, a título particular, lo abandonen y se integren en alguno de los grupos la Iglesia.
Ante esta situación, la solución no pasa por ninguna «caza de brujas» -que no me consta que exista, al menos entre católicos- sino por mostrar la verdad. La oscuridad se combate con la luz, la mentira con la verdad. Decir la verdad no puede considerarse una “caza de brujas” cuando se hace con el debido rigor y la necesaria prudencia.
Existen diferentes criterios a la hora de aportar luz respecto a un asunto tan delicado: Unos son partidarios del trato personal, otros de publicar su modus operandi y algunos de difundir los principales nombres. Cada cual actúa bajo su responsabilidad, de la manera que considera más adecuada. Lo que está claro es que cuanto mayor es el conocimiento de esta sociedad secreta, mayor es la responsabilidad y mayor es -o debe ser- el empeño.
Texto revisado por Francisco de Asís.
Entre unos y ceros. Apasionado de la comunicación, el marketing digital y la programación; de la montaña y el ciclismo -si van de la mano, mejor-. Cubrí el último Cónclave.