Es verdad, las noticias que difunde El Yunque son muy jugosas. Tienen titulares francamente atractivos y es difícil resistirse a compartirlas. Pero seamos sensatos y pensemos en las consecuencias, especialmente si somos responsables de crear opinión.
Comencemos el análisis por el aspecto básico de toda noticia: su veracidad. Hay que ser objetivos y analizar si dice «lo que quiero oír» o si cuenta las cosas tal y como son.
Generalmente, las informaciones difundidas por El Yunque no son ciertas, al menos en su totalidad.
Supongamos que ha dado la casualidad de que la noticia es cierta. Incluso precisa. No es algo frecuente, pero puede darse el caso. En esa situación, antes de difundir habría que preguntarse: «¿Qué quiero conseguir con su difusión?«. Posiblemente informar, denunciar una injusticia, tratar de movilizar a alguien.
Una vez que se tiene claro el objetivo viene la tercera pregunta: «¿Ayuda a conseguirlo?«. Si el objetivo es crear crispación, posiblemente sí lo cumpla. ¿Cumple algún otro?
Partiendo de la base de que la noticia es cierta y que darla a conocer puede ayudar a conseguir un buen objetivo viene la pregunta decisiva: «¿Puede producir efectos negativos aunque yo no los busque?«.
Las consecuencias fueron abordadas en una entrada anterior y no sería lógico volver a enumerarlas, pero sí resaltar cómo se acentúan sus efectos cuando quien difunde la información ostenta alguna responsabilidad.
Responsabilidad, aquí, no quiere decir únicamente tener un cargo en una asociación o dentro de la Iglesia. Cualquier persona que sea un referente para otros -y quién no lo es para alguien, en mayor o menor medida- es responsable. Pero centraremos nuestro ejemplo en el ámbito eclesial, que es donde El Yunque se hace fuerte.
Pensemos, por ejemplo, en un sacerdote que, con su mejor intención, comparte en redes sociales campañas de medios El Yunque.
¿Qué pensarán sus feligreses? Lógicamente confiarán en él, pensarán que sabe quién lo promueve y que lo apoya. En definitiva, lo tomarán por algo bueno.
Si empezara el comentario al contenido compartido diciendo «Aunque los promotores pertenecen a una sociedad secreta anticristiana, esta campaña concreta dice defender algo bueno…» evitaría la confusión. Pero ¿qué sacerdote difundiría, de manera consciente, la campaña de una sociedad secreta anticristiana?
Entonces, si hablando claro no lo compartiría jamás ¿qué razón hay para hacerlo ocultando información de una manera que crea confusión?
Solo hay una cosa más peligrosa que coquetear con el mal y es hacerlo desprevenido y confiado de que haces el bien.
Texto revisado por Francisco de Asís.
Entre unos y ceros. Apasionado de la comunicación, el marketing digital y la programación; de la montaña y el ciclismo -si van de la mano, mejor-. Cubrí el último Cónclave.