El Yunque no es católico, lo hemos dicho otras veces. Por ello, las actividades de sus plataformas no figuran el programa de la Jornada Mundial de la Juventud ni ocupan espacios cedidos por la organización de estas.
Que la organización no los invite ni se preste a colaborar con ellos no quiere decir que no tengan presencia. Como El Yunque no puede contar con los responsables de evento, recurre a dos estrategias distintas y simultáneas:
Los problemas que plantea la presencia de El Yunque en la JMJ empiezan antes del encuentro, cuando tratan de engañar a sacerdotes y los utilizan para dar un velo de legitimidad a sus acciones y lograr que otros jóvenes, que nada tienen que ver con El Yunque, viajen con ellos. Eso sí, bien seleccionados.
Como hacen con otras peregrinaciones, crean grupos controlados -llamados “pre organización”- por sus miembros, en los que se invita a más gente a participar. Eso sí, más gente no significa todo el mundo, sino aquellos jóvenes que, por su perfil, podrían llegar a ser miembros de El Yunque.
De esta manera, durante el viaje los observan y prueban. Si consideran que son buenos candidatos para la Organización, los animan y aislan, con el fin de preparar su posterior juramento. Si no resultan de interés, los desmotivan para que se aburran y abandonen el grupo.
Una vez en el lugar de acogida, continúa la tarea de análisis de candidatos por parte de los grupos y se ponen en marcha las sedes.
Para esto acudiré a mi experiencia personal.
En el año 2011 tuvo lugar la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid. Yo era catequista y acompañaba -junto con otros catequistas- a un grupo numeroso de jóvenes que se preparaban para recibir el sacramento de la Confirmación.
Por aquel entonces ya había sido voluntario de alguna asociación tapadera de esta sociedad secreta, pero desconocía completamente la existencia de El Yunque.
Como seguía en las Redes Sociales a casi todas las máscaras de este grupo, y los tenía por católicos, quise acudir con mi grupo a su sede, con el fin de involucrarlos. Gracias a Dios, teníamos una agenda muy apretada y no nos fue posible acudir.
Tal vez me preguntarán qué razón tenía para querer participar en algo que no formaba parte del programa oficial, cuando éste era tan completo. La respuesta es simple: En ningún momento se me pasó por la cabeza que aquello no fuese parte de la JMJ.
Pese a no formar parte del programa oficial, suelen emplear merchandising en consonancia con el del evento, emplean los Hasthags oficiales,… es decir, logran una integración camaleónica. Su manera de actuar aquí es similar a la que emplean en manifestaciones conjuntas de varias organizaciones, queriendo invadirla con sus logotipos.
Cinco años más tarde me pregunto qué habría pasado si desde mi parroquia no se hubiera programado hasta el último minuto de nuestra estancia en Madrid y hubiera sido posible acudir.
Tal vez no hubiera pasado nada, pero ¿qué habría sucedido si uno, solo uno de los jóvenes a los que acompañaba hubiera decidido implicarse con ellos? ¿y si uno solo de ellos hubiera terminado formando parte de El Yunque? El error que habría supuesto llevarlos allí habría pesado sobre mi conciencia, ¡Cuán grande es la responsabilidad de un catequista que se convierte en instrumento para que alguno de los chicos que acompaña termine en una sociedad secreta anticristiana!
No olvidemos que cuando actuamos, debemos valorar todas las consecuencias, no sólo las inmediatas, y en el tema que nos ocupa, a veces, tardan meses, incluso años, en manifestarse. Quién sabe si una simple dirección de mail que recopilen hoy servirá para captar a un joven mañana ofreciéndole un plan de verano gratis.
Texto revisado por Francisco de Asís.
Entre unos y ceros. Apasionado de la comunicación, el marketing digital y la programación; de la montaña y el ciclismo -si van de la mano, mejor-. Cubrí el último Cónclave.